Bitácora 4: Jinetes beduinos y jinetes en bicicleta se abrazan en Tetuán

Navegando a suroeste, habíamos surcado el Estrecho con mar en calma. Arribamos a Tetuán cuando el almuédano había llamado a la última oración. En las miradas se dibujaba el asombro ante un encuentro, ahora a estreno, otrora de nostalgia y recuerdo y en todas, de cansancio.

Modales olvidados, protocolos exquisitos y bienvenidas con el primer té. Nada más cruzar los umbrales del hotel, entre macutos, equipaciones verdes y estiramientos de nuestros ciclistas, comienzan los primeros saludos. Apenas hay tiempo de cambiar sus culotes y mallas por un atuendo digno de la recepción que nos aguarda.

El escenario de embajadores en pos de un aire más limpio, nos retrotrae a las recreaciones alto-medievales de la ciudad califal. Brillos, cristales, teselas y atauriques resplandecen en la velada de este tercer día, que nos deparó una nueva perla de hermandad entre pueblos: el Atlético de Tetuán. Descendiente directo de héroes de la épica española como Pichichi o el Sabio de Hortaleza, campeonísimo de Marruecos, el Atleti de allende el Estrecho nos recibió dando un fraternal abrazo de hospitalidad, en forma de dulces de canela y brindis de yerbabuena. Siempre Club de Fútbol Amigo de los españoles, hoy, además, se compromete a inculcar valores ecologistas a los jóvenes integrantes de su cantera.

El equipo marca un gol por la escuadra al cambio climático.

Deporte y naturaleza. Esfuerzo y superación. Lenguaje universal, fútbol. Les decimos hasta siempre, ya de madrugada, recordando a algún viajero romántico: “La noche nos fue bellísima, serena y, sobre todo, muy tranquila”. No así el amanecer anticipado para más de un despistado que, a causa del cambio de hora, apareció en el hall con maleta en mano, casco y bicicleta, antes de las seis de la mañana.

Había que madrugar para trasladarse al colegio Virgen del Pilar de estética y lengua españolas. En los pasillos, orlas en blanco y negro de bachilleres desde los años treinta; en el salón de actos lleno hasta la bandera de niños participativos y entusiasmados con árboles, ardillas, pingüinos y un toro, cómo no cordobés, que nos dejó una autentica lección de primeros auxilios para el planeta.

Pintura y poesía pusieron el broche final en el Centro de Arte Moderno de Tetuán. Nos extasiamos frente al cuadro Fantasía desde la tienda de un beduino y la explicación de Bouzaid. Nuevamente, los  zenati, o jinetes de blanco, en una estampa que bien podría haber sido sacada de las laderas del monte de la novia de Al-Hakem II.

Poemas hispano-marroquíes en la casa que habitara Bertuchi, recreación de almunias, palacetes y jardines sacados de las Mil y una noches. Una burbuja intocable y pura que no se deja agredir por la sombra de la polución.

 

Matilde Cabello y Antonio Míguez.

BITÁCORAS.

Jorge Arranz.

ILUSTRADOR

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